Bien puede parecer en época de crisis que rechazar un trabajo es casi una blasfemia y un insulto a todos aquellos que están necesitados de trabajo. Sin embargo, hay ocasiones en las que declinar una oferta laboral puede ser la mejor opción. No dejarse cegar por las condiciones económicas o la incertidumbre de no volver a encontrar otra oportunidad a corto plazo serán claves en la toma de una decisión que, sin duda, determinará gran parte de tu tiempo vital en los siguientes meses o años.
En este artículo te explicamos algunas de esas situaciones en las que más vale sopesar si queremos decir “no” a una oferta de trabajo.
1. No te gusta el trabajo que vas a realizar.
No hay nada más frustrante y agotador que dedicar tu tiempo a algo que no te satisface. Si lo que has encontrado no encaja con tu proyecto de vida personal o profesional (o peor, ambos casos a la vez); entonces no dudes en decir que no.
2. La única motivación es la económica.
Con frecuencia se da el caso de que, estando profesionalmente satisfechos, decidimos que es momento de dar un salto con el único objetivo de mejorar nuestra situación económica. Si tu situación actual no es de necesidad quizá valga la pena plantearse si una mejora económica puede compensar un proyecto profesional menos interesante, unas peores condiciones de trabajo o, por ejemplo, un aumento del tiempo invertido en desplazarte de ida y vuelta a tu nueva oficina.
3. No tiene nada que ver con tu anterior trayectoria profesional.
En la mayoría de las ocasiones, un cambio radical de terreno laboral puede ser una mala idea. Muy especialmente en los casos en que uno está satisfecho con su desarrollo profesional hasta entonces y con lo que sabe hacer. Estos cambios suponen un freno en la formación y pueden romper con una vida profesional coherente, lo que a medio o largo plazo (y en el momento de buscar otro trabajo) puede ser muy contraproducente.
4. No comulgas con los valores y la cultura corporativa del puesto ofertado.
Quizá sean estas las circunstancias en que más difícil es decir que no. Sin embargo, incluso cuando la oferta económica, el proyecto profesional y las condiciones de trabajo son favorables, puede ser beneficioso para ti (sobre todo en lo que a paz de espíritu se refiere) rechazar una oferta de una empresa cuyos límites legales y éticos no se ajustan a los tuyos.